Yugueros también tuvo Minas de Hierro
Hubo una vez en esta nuestra tierra un hecho extraordinario, un verdadero sueño. No pudo ser otra cosa en aquella época en la que nuestros pastores y ganaderos vieron unas instalaciones que echaban fuego y humo y unas explotaciones mineras de las que se extraía un material del que decían salían los hierros. A buen seguro que se sobrecogían y medrosos pensarían en los fuegos del infierno de que tanto les hablaban en los sermones de la iglesia.
Sí, un complejo con altos hornos de los que salía un caldo incandescente que era hierro fundido. Estaba en Sabero y se llamaba Ferrería San Blas. Una siderurgia integral diríamos hoy.
Los primeros de España según cuentan las crónicas, porque hasta entonces el hierro se obtenía por reducción, utilizando como fuente de calor y agente reductor el carbón vegetal y obteniendo una especie de material esponjoso sólido que los herreros se encargaban de dar forma a fuerza de calor y martillazos en sus fraguas.
El nuevo alto horno empleaba carbón de cok, mucho más energético y muy reductor de los óxidos de hierro para obtener hierro metal líquido que se podía colar en moldes o pudelar para dar hierro dulce, con pocas impurezas que permitía ser forjado: laminado en planchas y perfiles y trefilado para sacar alambre de todos los diámetros. Alguna feria internacional reconoció calidad en estos hierros con algún premio.
Nunca fue pródiga nuestra tierra en capitales, la economía no permitía excedente, si acaso unos pequeños ahorros para caso de desventura. Pero unos emprendedores foráneos tuvieron una buena idea, casi una idea rayana en locura: –Puesto que tenemos carbón y mena de hierro, hagamos una fundición como ya había en Europa y mientras tanto a buscar socios capitalistas-. No pensaron mucho en el acarreo de materiales ni como llevar las manufacturas a los mercados y esto y con algunas otras cosas más estropearon el resultado. Carbón en Sabero y mena de hierro en Aleje, Alejico y Yugueros, siderurgia integral en Sabero y mercados lejos, en Madrid, Valladolid, Palencia,… siempre lejos, muy lejos para los medios de entonces.
La mina de Yugueros estaba en La Cerra, un estrecho filón de oligisto (70% de riqueza) o hematites roja (70% de riqueza) como llaman los entendidos , también óxido férrico – Fe2O3 – para los que saben de química recorría el monte en toda su longitud, rodeada de un silicato de hierro (24% de riqueza), las rocas coloreadas de rojo que nos quedan hoy y que destacan por su mayor peso y que aparecen en los hundimientos y escombreras aun localizables aunque ya muy deformadas por la plantación de pinos en la ladera sur de La Cerra, la que mira a Yugueros. Todavía en los años 60 del siglo pasado se abrió un “travesal” por encima del prado Hontanar y se llegó a la antigua galería aun entibada en busca de agua con poco resultado. También al lado del sendero que desde Yugueros llevaba a Olleros se buscó la galería para encontrar agua sin resultado. Quien quiera puede explorar La Cerra, encontrará las escombreras y en ellas también los “pizarros” que utilizábamos hasta hace pocos años para escribir en nuestra particular pizarra de la escuela. Las concesiones mineras tenían los pretenciosos nombres de Fidias, Nerón, Polux y la mina “La Antigua” de Yugueros». El transporte del mineral desde la mina era con carros -cada carro transportaba unos 13 quintales, 600 kgs por viaje- tirados por bueyes bajando por Val de Huida hasta Olleros y a la fundición o por Los Valles. Una oportunidad para los carreteros del pueblo ya que experiencia no les faltaba. Y en aquellos tiempos en los que pasamos de contar de maravedís y reales a pesetas, a un coste de 9 maravedís/quintal por el arranque de mineral se sumaban 26 maravedís del porte de bocamina al horno y desde la ferrería a Palencia con carros de bueyes 136 maravedís/quintal. Y esto ya era un problema de productividad como diríamos hoy. Para hacerse una idea, una peseta eran cuatro reales y un real 34 maravedís al cambio.
Aun se puede encontrar esta hematites roja en Traspeña, en unas estrechas vetas que hasta los años 70 se utilizó como colorante rojo para pintar o marcar corderos y ovejas; “almagre” se llamaba por los nativos de Yugueros. El transporte desde Yugueros era con carros tirados por bueyes que bajaban por Val de Huida hasta Olleros y a la fundición o por Los Valles desde Traspeña. Una oportunidad para los carreteros del pueblo ya que experiencia no les faltaba. También hay por estas fechas referencias a personas naturalizadas en Yugueros y originarias de Turón, Mieres, Santa María de Urbies, en Asturias y que posiblemente vinieron atraídas por las minas y con oficio de mineros que conocían en sus cuencas carboníferas.
El sueño duró poco, desde 1847, primer horno, hasta 1866. En 1860 se inauguró un segundo alto horno; allí estuvo el párroco de Yugueros -Bernardo Alonso- según cuentan las crónicas. En el año 1862, faltos de capital altos costes terminaron con el sueño. Aparte de la falta de liquidez, otras causas del fracaso fueron:
- Mena abundante pero de baja calidad una vez terminado el óxido de hierro. El silicato férrico es más difícil de tratar, necesita mucho fundente -piedra caliza- y más altas temperaturas con lo que aumentaba el gasto de carbón y de todo el proceso y disminuye el rendimiento.
- El cok del valle tenía mucho azufre que hace que el hierro tenga mala calidad por ser quebradizo. Aun no se disponía del convertidor Béssemer inventado en aquellos años. Con él se hubiese podido obtener acero desulfurado y sin fósforo. Se dice que un convertidor que se importaba de Alemania quedó tirado en el paso de Pirineos en una nevada.
- El prometido ferrocarril Sabero – Palencia no se materializó y llevar la manufactura a Saldaña, Palencia o Sahagún en carretas era antieconómico. El Gobierno de entonces bastante tenía con los gastos de las guerras carlistas, cambios de gobernantes, pronunciamientos militares, y a la iniciativa privada le interesaban más los hierros ingleses que les dejaban mayores márgenes comerciales. No hubo una política industrial y aduanera con unos aranceles que protegiesen las materias primas y la producción nacional. Se repite una vez más la historia de las lanas de Castilla y los paños de Flandes.
- Comenzaron a explotarse los yacimientos férreos de Somorrostro en Vizcaya y Cabárceno en Cantabria que tenían buena calidad y el carbón, el nuestro. Para eso se instaló más tarde el CC. de la Robla.
- Pero ahora tenemos un museo que rememora todo aquello y así seguimos soñando, con lo que fuimos y no somos. ¡Vaya consuelo! Nuestra tierra, a pesar del hierro y el carbón ha vuelto a ser como hace 150 años, un secular sueño en unos montes sin futuro, y la riqueza que esto generó ha volado. ¿Dónde?
A.del Río